Tanto sentimiento enlatado
como una epidemia hambrienta de víctimas,
tantos ojos y tan pocos paisajes
me recuerdan que no fuimos lo suficientemente grandes.
(y yo ya no te veo).
Tanta cámara robando sonrisas
me hacen pensar
que necesitan
que necesitan
analizar
al adversario
para poder destruirlo después.
Aguijones descontrolados
después de dolerte.
mal de ojo en la saliva
del que no da las buenas noches.
Y la guerra sigue
pero los cañones ya no se oyen
y tu cajón sigue abierto
más vacío que la nada.
Y tú ya no me oyes,
ya no me lees
por eso estas letras ya hace mucho que no gritan.
ya no me lees
por eso estas letras ya hace mucho que no gritan.
Tu mirada un arma de doble filo
que si quemaba antes imagínate ahora.
he descubierto
que el hielo puede incendiar,
también un cuerpo
y no dejar rastro, no dejar cenizas ni estampas de santos.
que si quemaba antes imagínate ahora.
he descubierto
que el hielo puede incendiar,
también un cuerpo
y no dejar rastro, no dejar cenizas ni estampas de santos.
Los médicos también son personas
las enfermedades también son personas
todo lo que duele
y lo que cura.
El borracho y la cerveza
culpándose
y yo que sigo queriendo matarte a tragos
matarme a tragos.
Cualquier día volaremos entre recuerdos
como partículas desintegrándose entre cañonazos
nuestras últimas voluntades incumplidas, mentirosas,
suicidas
porque nunca creí en los finales contigo
y lo último que quise de ti siempre fue que apretaras el
gatillo
aunque no lo supe hasta que te vi marchar
y ni si quiera volviste a rematarme.
Elegí la enfermedad crónica por la pereza de volver a nacer.
Algún día despertaremos entre sudores
y no seremos más que
enredaderas en los talones del otro
una de esas heridas que no se cierran
la ceniza del último cigarro
esparcida
donde tu me pidas.