lunes, 16 de diciembre de 2013

Que la basura se encargue de enmascarar vuestro olor.

Sólo necesitamos errores de más
para empezar a echarnos de menos.
Sólo necesitamos rompernos de nuevo al caer
o tirarnos al vacío fingiendo que resbalamos
para volver al fondo del agujero.
Para estar a salvo.
Si no puedes prescindir del mundo
es que estás hasta el cuello de mierda.
Íbamos a cambiarlo y nos salvó de él
por eso estamos aquí abajo
con los ojos empapados en odio
y la saliva seca de no gritar.
Si no estás a su altura no intentarán pisarte.
Su vacío es nuestra guerra
y nosotros la suya.
Estamos combatiendo al enemigo equivocado
si dejamos que gente sin sueños nos lo quite,
estamos haciéndolo tan mal
que mañana no podremos culparlos
de que jodan a nuestros hijos
con toda la mierda que no supimos hacerles tragar.
Vamos a enseñarles los dientes sucios,
las manos con sangre,
las uñas roídas.
Ahora que podemos no jugar a ser humanos
porque nunca se nos ha dado bien hacer trampas.
No os voy a engañar,
no somos los buenos
pero estamos dispuestos a morir
por algo 
que no tenemos ni puta idea
de lo que es.
Pero quema.
No lo voy a llamar justicia,
ni siquiera amor
pero podría prenderos fuego
igualmente.

Así que no bajéis la guardia
porque estamos debajo vuestro
y podemos haceros caer.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Júralo.

Somos las hojas en blanco de un libro que nunca llegará a escribirse pero que encierra más historias que tu lengua y que mis lágrimas. Juntas.
Somos los sonidos que no salen de la boca cuando estamos a punto de acertar en algo y tenemos tanto miedo de perderlo/perdernos que preferimos dejarlo volar. O cagarla, que viene a ser lo mismo.
Somos los errores matemáticamente calculados y estratégicamente colocados en palabras que convencen a todos menos a nosotros mismos.
Somos las mariposas en el estómago de un borracho que vomita en la puerta de algún bar, los sueños que no se recuerdan a la mañana siguiente pero te hacen despertar con una sonrisa, los versos perfectos que se escapan de la mente para que nadie diga que puede entenderlos.
Vamos a tirarnos piedras hasta no sentir la culpa. Que el auto-castigo no es la solución pero las letras me dejan columpiarme en ellas y volver a ser la niña que se muere de sueño pero no quiere dejar de jugar, aunque se quede dormida en su escondite y amanezca con los labios cortados del frío, la cara mojada y diez años más.
Os juro que nunca quise hacer trampa es sólo que no entendía las reglas del juego.
¿Por qué no bailamos bajo la lluvia hasta que el sol nos queme y nos vuelva a recordar que el amor es un concepto que hay que entender para acabar de estar perdido y completamente sólo?
No lo hagas. No me hagas mucho caso. Hoy mi yo me abrazaría y me diría que el otoño son los ojos de cualquiera que nos mire desde fuera del cristal y nos entienda.
Calarte o que te calen, ¿Qué más da? Si podemos vivir el uno sin el otro habiendo colisionado de frente y con ganas. Es posible que no se huelan de que va todo esto pero tampoco nos vamos a poner a explicárselo porque, tal vez, no lo sepamos nunca.
Y no es que nos guste vivir entre tinieblas, interpretando personajes que se parecen más a nosotros de lo que queremos imaginar, es más bien un miedo racional a la luz, a la certeza y a todo aquello que pueda hacernos ver las cosas tan claras, que no sintamos la necesidad de tocar (nos) para saber donde estamos.
Y no te voy a negar que me entusiasma pensarlo, que el dolor bien hecho es sólo un orgasmo en negativo. Por eso me fascina el hecho que no vayamos a ser con tal intensidad, que sé con seguridad que hasta los finales pactarían entre ellos una derrota a nuestro favor, sólo para comprobar a qué sabe lo eterno. O si les sabe tan a olvido como tú a mi.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El optimismo de los cobardes.

No me dices nada si te entiendo y me dejas explicarme y lo consigo. La calle está tan llena de gente que no hace magia al hablar de cosas cotidianas que parece que la vida es una línea recta bien asfaltada donde los niños no juegan a la rayuela por miedo a no acabar nunca de crecer. Y no es así.
Brindo por todo el que se está riendo cuando no llora por eso mismo, por no llorar.
Que aquí estamos unos pocos bailando en el mismo fango pero nos curamos las heridas que también nos abrimos y podemos mirarnos a los ojos sin necesidad de subir escalones ni empujar a nadie abajo.
Y, ¿qué quieres que te diga? Estás jodido si no te has repartido tanto entre tantos que no sientes que te falta algo en todo momento, que te faltas aunque sea un poquito y aunque nunca (me) lo vayas a reconocer en voz alta. Que aquí el que más da también es el que más gana, aunque les joda admitirlo a los que nunca consiguieron perder contra ti.
Perder. Perder. Perder.
Perder es sólo haberte regalado tan bien a alguien que nadie podrá nunca superarte en eso y a mi me parece un tipo de victoria admirable.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Que me perdonen las letras por no entenderme.

Salgo a la calle con los bolsillos vacíos
y aun así tengo miedo
de que no sepan
robarme nada.
Es como nadar a contracorriente
y negarte a que te salven
sólo porque esperas
que lleguen
y te empapen aun más
o que se queden detrás de ti
mirando como no avanzas
pero consigues
que todo el mundo te mire
y se pregunte
qué coño estás haciendo
y por qué hay idiotas
secundándote la locura.
Hacer las cosas bien
siempre se me ha dado mal,
acabarlas
aun peor
pero me he dejado hacer
hasta en los malos momentos
caricias que sabía que cortarían
cuando llegara el frío,
que no el invierno.
He intentado,
hasta el final,
que el final nos encogiera el pecho
todos los días
un poquito
y que así entiendas
que no sólo fuimos llanto
si no puedes evitar odiarme
cuando humedezces otros cuerpos
con tu saliva
y compruebas que todos
te saben igual.
Yo, por mi parte
estoy contenta con los resultados
y aunque suene frío
hablar de lo nuestro
como de un experimento fallido,
-una probeta que explota en el último momento
y nos lleva por delante-,
sé que te he besado tan mal,
a veces,
que no vas a poder olvidarme
tan fácilmente.

Ya sabes que esa es mi manera de retar al tiempo.
A ver quién gana.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Hasta la risa del más idiota puede enamorar a una idiota.

Hace mucho tiempo, un amigo que ya no me conoce me dijo que no podía ir enamorándome por ahí de todo aquel que me hiciera reírme mucho, porque, según él, era imposible que me desenamorara al día siguiente para volver a enamorarme al otro.
El amor no es así, Vic, me aseguraba. Como si él supiera la formula exacta de memoria y yo, que siempre he sido muy de letras, me estuviera equivocando en la ecuación.
Yo lo creí, pero nunca pude dejar de amar la risa.

Siempre he confundido el amor con la risa
y ahora no puedo distinguir tampoco
entre hacer el muerto
y volver a nacer flotando.
Es como estar siempre equivocada,
haciendo equilibrismos
en la curvatura de algunos labios
que no saben ni tu nombre
pero te quieren bien
porque no te encierran dentro
cuando se hace de noche.

Me he enamorado a ratos
tan intensamente
que me han dolido
todos los sitios
donde no voy a poder
hacerte reír.
He llorado con amor
todos los frentes
que la risa me había abierto
en la boca de todo aquel
que no intentara entenderme.

Si estar equivocada significa perder
yo no quiero ganar nunca
porque no quiero acertar
a nadie a la primera
ni que me acierten el amor.
que es mi risa

de cualquiera.

jueves, 17 de octubre de 2013

Treguas inestables.

Soy lo que soy
cuando no soy nada
y cuando menos callada estoy.
Soy viento cuando me miras
por eso desaparezco
y te da frío.
Soy las manos callosas
de una madre
que sienten todas las mariposas
de las que nadie habla
cuando acarician la mejilla de su hijo.
Soy los ojos desde los que no te ves,
porque te miran a traición
desde distintos cuerpos.
Soy todos los espejos que querrías destrozar
los domingos con resaca
y sin ella.
Soy los abrazos que nunca diste
porque tenías las manos
llenas de orgullo
y ahora no puedes
olvidarte de mi.
Soy tus ganas de volar
por debajo de su falda,
los relojes que te han jodido
las madrugadas,
las palabras que no han salido de tu boca
cuando estabas a punto
de morder la suya.
Soy todos tus miedos
con miedo.

Soy tú
y por eso
nunca me perdonarás
que trate de enamorarte
con las mismas ganas
con las que intentas escaparte
de mi
o que me quieres
cuando lo hemos perdido
todo.

Somos la nostalgia cuando se enamora.
Sólo eso.
Y nos encanta.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Te escribo con la prisa de quien sabe
que jamás llegará a tiempo
a ninguna de tus partes
y pone la duda en un altar
porque no quiere acertarte
nunca.
Te escribo sin saber muy bien
con que parte de mi cuerpo,
porque he salido corriendo
con todas ellas
y parece que no me lo van
a perdonar
nunca.
Para contra mi
todos los recuerdos
que no quisiste llevarte,
los sabores que dejaste
olvidados en mi lengua
-por la que ya
te he perdido-
que ella nunca olvidará.

Hablamos de las drogas
como si no quisiéramos
verte pasar sonriendo por nada.

Y así nos va.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Paradojas de la vida.

No tenéis ni idea de lo grande que se me queda el nombre.
porque no he ganado nada
sin haberme perdido primero
y los empates me parecen
las ruinas  
más bonitas
donde quedarse a vivir eternamente.

No tienes ni idea de lo grande
que se me queda el nombre
si nunca muevo una pieza
que no trate de escapar
del maldito tablero,
ni me siento mejor cuando he cobrado
las deudas en lágrimas
que no has sabido
pagarme en besos,
ni ordeno mis trofeos
por colorines,
porque son todos los yo
que el tiempo
me ha quitado de las manos
y no me va a devolver.

Así que no quiero flores
que mueran
para que sonría,
ni que dibujes
barrotes en el espejo
o te comas la vida
sin tener hambre.

Y en realidad no estoy muy segura
de si el nombre me hace a mi
o yo lucho contra él
para no ganar nada
que pueda contarse con los dedos.

Pero no puedo evitar reírme
cuando me llamas,
porque tienes la facultad
de burlarte de la puta mentira
haciéndola real
en tu boca
por un instante.

sábado, 31 de agosto de 2013

Para no dejar de creer en los casis.

Vomitaríamos hasta la bilis con tal de echar el puto vacío que ha colonizado nuestro estómago y no nos deja dormir. Y no se trata de miedo a lo desconocido es, tal vez, la cara más triste de la verdad, la certeza de saber exactamente lo que pasará mañana. Y pasado. Hablo de llegar tan alto como siempre creímos que llegaríamos y poner la bandera en el punto exacto donde nos señala el plano que hemos seguido a rajatabla desde que empezaron a creer en nosotros. Dejadnos hacer se nos da tan mal que hemos optado por desechar todo los ladrillos que nuestras manos no puedan alinear perfectos. Todas las dudas y los posibles a la puta basura, no vaya a ser que no sean, que nos desvíen del camino. Y que nos guste. Consiste en que se nos vea seguros de lo que hacemos sin estar muy seguros de por qué lo hacemos, en amar solamente lo que podemos tener, en volar todo lo alto que el techo nos permita. Vamos a colocarnos el nudo de la garganta a modo de corbata. Que se nos encuentre guapos, joder, y no se note que nos falta el aire. Y no, estoy segura de que no tenemos miedo al fracaso porque, a pesar de todo, ni siquiera nos sentimos ganadores. Tenemos más miedo de que un desconocido nos sonría en medio de una tormenta, o nos sujete el pelo mientras la echamos patéticamente en algún bar, o de que escuche todas las tonterías que somos capaces de decir cuando no queremos irnos a dormir porque preferimos soñar, o de que nos agarre la mano cuando nos tiramos al hoyo con ladrillos a los lados perfectamente alineados que hemos construido. Tenemos miedo porque no es lo normal, porque nos preparan para todo, menos para ser felices.

No sé si me entendéis. No sé muy bien si me entiendo. La humanidad es un asco, estoy casi segura.

sábado, 24 de agosto de 2013

Ya nadie nos pregunta cuándo queremos hacernos mayores.

Salgo corriendo cada vez que se mueve el segundero
pero nunca llego a ninguna parte
y hay mil partes de mi
buscándose entre ellas,
ilusas,
para intentar encajar y arreglarse
sin preguntarme si quiera
qué se siente estando rota.

Son como notas musicales que suenan desafinadas
sólo cuando se encuentran en el mismo pentagrama
pero que se ponen de acuerdo
para cantarte
cuando no puedes oírlas.

No puedes juzgarme cuando te sonría
sólo porque te vuelva a engañar,
los dos sabemos que tenemos esa estúpida manía
de querernos entre escombros
y deshechos.
De sentarnos a disfrutar del paisaje
al borde del precipicio
que con tanto esfuerzo hemos construido
destruyendo todo lo que había delante.
De intentarlo cuando hemos perdido
todos los papeles
y no encontramos un sitio
donde escribir el final.
De desafiar al destino como a la madre
que nunca vamos a obedecer
porque creería que nos conoce.
Y ya no podríamos decir eso de
“Me voy a cambiar el mundo,
no me esperes despierta”,
ni culparla cuando nos equivocamos
porque no nos lo dijo.

No puedes pretender que me entienda
ni obligarme a intentarlo.
Que hay que estar muy loca para no volverse idiota
y muy idiota para no enemistarse
con la loca del espejo.

Todo el mundo mirando a las estrellas
pero nadie sabe
que se ponen para vernos desde arriba.
Y se ponen.
Así que no te atrevas a decirme que son bonitas
si nunca nos has podido ver desde esa altura
haciendo subir la marea.

Ya no me escribo como antes,
desvarío y sufro las consecuencias
de los sicarios que me mandas
en forma de recuerdos.

Ya no te mueves como antes, cariño,
pero me miras a los ojos cuando te corres
y veo todo tu miedo vestido de camuflaje
escondiéndose entre tu verde y tu verdad.
Miedo de que pueda desaparecer
porque de pronto has comprendido
que

que
existe
la
magia.

Y yo sonrío
creyéndome tiempo
que se va
y ya no vuelve.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Ya no me escribo como antes.

Es porque cada vez me gusto menos
y los versos se me escapan de las manos
como niños que no quieren ser mayores.
Siento que cada vez me arañan menos las letras
y esquivo los cuchillos que me lanzo sin moverme
porque no me quiero dar.
Es que me agarro con las uñas a las piernas de cualquiera
que me jure que puede volar
para no acabar con vértigos
en mi propio cielo.
Que rompo espejos
para no tener que deberle nada a nadie
si las cosas salen bien.
Y me tiro de cabeza en el primer asalto
para que me veáis 
tan perdida y tan de todos
-Como el verso hijo de puta
que huye de los límites del papel
porque le parece un terreno
diminuto para su grandeza-
Y que sintáis envidia.
Y rabia.
Es como si la inspiración se hubiera largado
para que sonría
y no pudiera dejar de agradecérselo

echándola de menos.

martes, 16 de abril de 2013

Un, dos, tres, palito inglés

Las noches de verano con Marta y su hermana, que no me acuerdo como se llamaba, pero recuerdo la forma en la que se comía los quesitos.

Haciendo balance de daños me doy cuenta
de que pido más del que me hacen
y nunca consigo equilibrarme.
Siempre encuentro historias de mi vida en la mente de algún niño
al que aterroricé de pequeño
y ahora no puede olvidarlas.
La sensación de equilibrio
cuando se cae
es jodidamente adictiva
y tú lo sabes.
Y no es que no me guste el alcohol
pero a veces, soy tan pequeña
que me da miedo probarlo
por si me pillan.
Y aunque nada de esto tenga sentido
la verdad es que echo de menos
que hagas trampas cuando no miro
y vayas siempre en dirección contraria
para que no pueda perderte la pista.
Así que sigue creciendo
que yo estaré, mientras, entrenando a mi ejercito,
aprendiendo a usar las armas
un poco mejor que las palabras
para poder cargármelo de una puta vez.
Y  no te preocupes, cariño
que vas a volver a recordarme
en cada pestaña que se te caiga
y a cogerme la mano
cuando nadie te vea.
Vamos a volver a creernos las verdades
que nos contaban nuestros abuelos
cuando aun creían en nosotros.
Voy a devolverle todas esas estocadas
que nos han hecho más listos
y menos humanos.
Voy a mancharme las manos con su sangre
por todos los líquidos que no se han derramado
por su culpa.
Voy a salvarnos
y a salvarte.
Voy a matar al tiempo.
por el amor sobre todo,
pero también por ti
y porque nunca me encuentres
y siga siendo eterna.

martes, 9 de abril de 2013

Mario dice que a los locos se nos coge cariño.


Sigo sin conocer
el motivo de esa mirada.
Con esos ojos que preguntan más que algunas bocas
y duelen como ciertas poesías.
No puedes entender que para mi caer
es mucho más placentero
cuando lubricas mis cuesta abajo con tu saliva
y besas todos y cada uno
de los pedacitos
en los que me he roto
como si no pudieras elegir
de cuál de ellos enamorarte.

Me acojona que sepas
cuantos relojes hay aun esperándome
o que la mayoría de mis letras
apestan a alcohol
Y, que igual que los borrachos y los niños
cuando hablan,
lo hacen con tanto sentimiento,
que termino creyéndome
todas las medias verdades
que he utilizado de cuerda floja
cuando el camino estaba lleno de flores
y no quería pisarlas.

Tampoco quiero contarte
la manera de fascinarme que tienen los finales abiertos,
ni que mi forma de reírme del olvido
es no dejar que se cierren algunas heridas.

Sé que te cuesta entender,
entenderme si te juro
que las nubes son más bonitas
vistas desde abajo
y que a esa altura a la que quieres llevarme
sólo nos cegaría la niebla.

Y, joder, mi vida,
me encantaría explicarte
que el paraíso y el infierno
tan sólo son dos amantes
que no pueden estar juntos
pero se cogen las manos
cuando nadie les ve.

Así que créeme cuando te hablo de
todos los charcos en los que he podido ver el mar,
las lunas a las que he puesto cachondas
mientras llegabas,
o que puedo hacer el amor con el tiempo
tan tiernamente
que hasta creo que retrocede
para vernos sonreír.

Y me aseguras, cariño,
que puedo salir ya de mi escondite,
que el juego ha terminado,
que los otros niños ya han dejado de buscarme
porque se han hecho mayores.

Y me preguntas, mi amor,
por qué sigo cavando
si estoy llena de barro y cansada
si es tarde y estoy sudando.

Y yo sólo pido que no te rías
cuando responda
que quiero tener el alma
tan sucia
que me la veas.

martes, 2 de abril de 2013

Vas creciendo y me vas haciendo grande.


Necesito leerte.
Tanto como quien pide a gritos saber el final
porque no puede continuar con la agonía
de no tener ni puta idea de qué pasará después.
Necesito averiguarte.
Ahora que cada vez me cuesta más trabajo,
que cada pliegue de tu piel me cuenta una historia nueva
y a mi me dan ganas de volar
cada vez más alto.
La magia de las letras
la has acaparado sin piedad en tus ojos,
de una forma tan egoísta
que la literatura te odia
por hacer soñar más que ella.
Las historias de amor más bonitas
me las cuentan tus manos
días en los que, como hoy
todo está del revés
y no te queda otra
que darme la vuelta.
Las canciones más tristes de la historia
me las cantaste al oído
cuando no estabas,
y puedo asegurarte
que ninguna novela de terror
me había hecho jamás pasar tanto miedo
como quererte y no saber
cómo coño parar.

Que ni siquiera el dolor de todos los poetas del mundo
puede hacer que te derrumbes
cuando estás tan seguro de haber perdido
que no te queda otra
que reír.
Y, mi amor estoy segura
de que si ellos escucharan tu risa
se acabaría la poesía.

Sigo sin poder decidir
que parte de ti marcar
como mi página favorita,
porque he recorrido con mi lengua todos los poros de tu piel
y ninguno
me sabe repetido.

Que aunque no paro de abrirte
nunca te acabo.
Que para ti los finales 
sólo son atajos
que te llevan,
siempre
hacía mi.

sábado, 30 de marzo de 2013

Que no te vean siendo.


Que no te vean con los ojos ardiendo
mirar constantemente por ventanas
que has acabado abriendo a base de tropezones.
No les cuentes nunca lo de escapar
ni que en el futuro que te tienen planeado
o te consumes como una cerilla
o acabas prendiéndole fuego
 a todo.
Jamás les digas que no necesitas sus trofeos
para sentirte un ganador
ni que la única bandera por la que matarías
son mis braguitas colgando del pomo de tu puerta.
Nunca levantes el tono
que uno de tus rugidos
puede ensordecer al mundo
y sentirse incomprendido
sólo es el principio de una deuda
que la soledad se encargaría de saldar.
Que no se enteren de que dejaste
de temer a las alturas
cuando por fin conseguiste romper
el techo de espigas
que ellos se habían encargado de construir
bajo tu cielo.
Te dirán que los soñadores
despiertan antes del primer asalto
y tendrás miedo
de volver a dormir.


Que no te vean llorar como un niño cuando me pierdas.


Que no te vean ser mejor.
Que no te vean. 

viernes, 22 de marzo de 2013

Supongo que el título que mejor le va es gracias.


Lloro por tus manos, joder.
Que tienen callos de tanto sujetarme
y sangre de cortes de luchar contra alguien
que pide a gritos que la dejes caer.
Es por esos malditos ojos
que declaran la guerra a todos los espejos del mundo
haciendo de mi reflejo poesía
y no miedo y pena
que es lo que siento cuando me miro en cualquier otro.
Es porque tu corazón lleva todos los arañazos
que debería llevar tu espalda
y aun así haces de ellos bolsillos
y guardas cada momento que pasamos juntos
como reliquias de las que no quieres desprenderte
Nunca.
Así que
me niego a darte las gracias.
Porque no puedo evitar odiarte
cuando haces acrobacias con mis miedos
y acunas mis demonios
como si se trataran de niños
que sólo quieren jugar a ser mayores
y  se cansan
al minuto.
Que, entre tú y yo,
no soporto esa estúpida manía
de deshacer la horca que yo misma hago
con el nudo de mi garganta
cuando por fin voy a saltar.
No entiendo que no pares de perdonarme
si juras que matarías a todo aquel
que me hiciera daño.
Que te odio, a veces, con toda mi alma
por quererme con toda la tuya
cuando sólo busco cualquier respuesta fuera de tono,
un enfado, un grito,
para que el equilibrio de una absurda balanza
me haga sentir un poco mejor.
Y ahora que lo sabes, mi vida
tengo que confesarte que lo que más odio
es no tener ni puta idea                                                              
de cómo agradecerte todo esto.

jueves, 14 de marzo de 2013

Estamos hasta el cuello, amor.


Y si te dijera que la noche no es oscura
que puedo ver con nitidez el borde del precipicio
del que por fin voy a saltar.
Que si tanto te entristece que este ciega
es porque te gustaría verme como yo.
Desnuda.
Que es verdad que he cambiado,
Y si ya no soy la misma
es porque sueño un poco más alto
y cuando caigo me empapo de tristeza
hasta correrme con cada letra
que me haga recordar que estoy
maravillosamente jodida.
Que es verdad lo que me dices
De que mis ojos no tienen la misma luz,
Me di cuenta cuando dejaste de verla
Porque empezó a cegarte.
Y si hay algo que te jode de esta historia
Es que las cicatrices no me quedan nada mal.
Que ardo como quien lo ha perdido todo.
Y no dejo de brillar.

martes, 5 de marzo de 2013

Se llama miedo y lo tienes justo en frente.


Tenemos tanto miedo de sentir que nos reímos de aquellos que admiten que lo hacen. Que empapan en saliva el interior del mecanismo de una pistola y solos mueren con el sonido ahogado de sus disparos. Que afinan su mirada hacia un medio mucho más cambiante e inestable que el sitio en el que vivimos y el vapor ardiente de los impulsos dificulta su visión más que la niebla o el humo de los coches. Tenemos tanto miedo de existir que nos escondemos entre la multitud disfrazados de monotonía y de rutina. Siendo reflejo. Reflejando. Fingiendo buscar ese brillo en los ojos de algún clon que nos asegure que somos nosotros cuando lo único que ansiamos encontrar es un agujero por el que poder caer sin ser vistos. Yo ni siquiera me busco, por miedo a encontrarme en una de vuestras estúpidas etiquetas. Por miedo a sentirme cómoda delante de un espejo. Miedo a no querer volar, a estar conforme con mi pequeña parcela de cielo financiada a treinta años. Miedo a no mirar siquiera para arriba. A que me pesen las alas por no tener cojones suficientes para arrancármelas aun sabiendo que nunca tendré el valor de usarlas y llamar Dios a cada puto salto que de.

viernes, 22 de febrero de 2013

Desnudándome.


Revoloteaban mariposas a la orilla de una playa sin mar, entonces no nos dábamos cuenta, porque seguía siendo la playa más hermosa que habíamos tenido el privilegio de sentir.
Al vernos desprovistos de temores quemamos nuestra ropa y los viejos recuerdos. Los consejos de la gente y algunas lagrimillas inocentes que aun no contenían pena ni dolor
los enterramos en una cajita a la orilla de ningún río y se los llevo la corriente.
Entonces yo sólo me bañaba en tus ojos y tu en mi saliva y en algún otro líquido más espeso.
Jugamos a construir puentes de emociones, a derrumbar a palazos los miedos. Reíamos con el sonido del árbol que cae porque teníamos la capacidad de hacer crecer un bosque entero. El tiempo se nos consumía en las manos con menos de dos caladas y siempre era demasiado tarde para sentar la cabeza, ya mañana.
Ya desnuda, te rogué que no me quitaras el disfraz de mí. Tú, con una sonrisa, seguiste bajando cremalleras invisibles pero no menos reales. Te pedí que no siguieras pero, afanado en tu tarea, seguiste desabrochando los botones de mi alma. Tan kamicace como siempre, quisiste cargar con mis miedos a medias y mis medias acababan siempre en algún rincón de la habitación. Recogiste cada sonrisa como si de diamantes se tratarán y construimos sobre ellas un oasis a base de semen y sudor del que nunca, pensábamos, tendríamos que beber. Decidiste, con cierta ignorancia, que mis temores serían tu lucha y los demonios que me atemorizaban los mismos que los de tus pesadillas. Entonces, inconscientemente, sentí miedo.
Recuerdo que preguntabas, por qué llevaba disfraz con una cara tan bonita y había olvidado por completo la respuesta. Ahora, nada orgullosa, por fin me acuerdo.

domingo, 17 de febrero de 2013

Tu me enseñaste a correr.


Puedes mirarme las manos y sentir toda una vida subiendo a contracorriente por lianas con espigas que llegaban hasta mi. O eso decían. Puedes verme en cualquier bar tan perdida como siempre, como quien cree que la vida se esconde tras los cristales empañados de algún coche e intenta romper los suyos por miedo a que se le mojen.
Puedes leerme gritar absurdos mientras bailo como loca por calles más oscuras y mojadas que mi almohada a la mañana siguiente. No puedes bailarme el agua si lo que quieres es mojarme, pero puedes ahogarte conmigo el corazón si vienes con un litro y una sonrisa. Puedes achucharme en días de bajón pero nunca conseguirás que te lo pida, que este rol de chica dura no se consigue en un día.
Puedes hacer que me desnude, jugar conmigo y con el mundo a buenos y malos, salir a la calle armados con una sonrisa y una pizca de desilusión en la mirada y matar de la envidia a todos aquellos que no se atrevieron a luchar por mi. Puedes usar todas las partes de mi cuerpo como refugio y utilizar mi pelo como bandera de quien no quiere ser ni estar en otra parte distinta de mis ojos.
 Puedes hacer que me corra hasta enamorarte, puedes cogerme la mano y que salga corriendo.

viernes, 15 de febrero de 2013

Declaración de intenciones


Porque sólo busco un rinconcito en medio de tanto caos,
Me vale entre tu pecho o dentro de tus ojos.
Una vez allí destruiré las armas, o sea, las palabras
Y  silencio y gemidos hablarán por nosotros
Como lo hacen nuestras manos que ya han empezado.

No sé como explicártelo y aunque parezca mentira, es esta la única lucha que quiero lidiar contigo, una lucha de por vida que acabe cuando te corras y empiece cuando me miras.