Si no vas a apretar el gatillo
no hace falta que me apuntes.
No me adviertas de los monstruos del camino
si no vas a ser una de mis pesadillas.
No voy a pedirte que me des lo que no tienes
ni te voy a robar lo poco que te quede
porque luego no sé dónde guardar
tanta culpa
y ya tengo bastante mierda en la habitación.
Sólo quítamelo todo, joder:
El miedo, la ropa, las ganas.
No me dejes ni la sonrisa.
Consúmeme.
Quémate el labio.
Lo único que te pido
es que no me vendas bien
para convencerte de que hiciste una buena compra
y te den ganas de cambiarme por algún otro producto
cuando leas la letra pequeña.
Que pujes por todos mis yo
defectuosos
que se pregunten qué coño estás haciendo.
Que no se acabe la risa, por favor.
Que nunca la entiendan ellos.
No voy a dejar que me folles
si no me haces el amor primero
y me convences de que existe.
Quiéreme sin pedigrí,
en los huesos, cabezona.
Y en ocasiones vestida.
Sácame de quicio,
juega a no quererme.
Haz que me enamore.
Ódiame mucho más
de lo que has amado a nadie.
Que nada de esto tenga sentido
pero que no puedas vivir solo
con todo lo demás.