lunes, 27 de enero de 2014

De los pelos.

Si no vas a apretar el gatillo
no hace falta que me apuntes.
No me adviertas de los monstruos del camino
si no vas a ser una de mis pesadillas.

No voy a pedirte que me des lo que no tienes
ni te voy a robar lo poco que te quede
porque luego no sé dónde guardar
tanta culpa
y ya tengo bastante mierda en la habitación.
Sólo quítamelo todo, joder:
El miedo, la ropa, las ganas.
No me dejes ni la sonrisa.
Consúmeme.
Quémate el labio.

Lo único que te pido
es que no me vendas bien
para convencerte de que hiciste una buena compra
y te den ganas de cambiarme por algún otro producto
cuando leas la letra pequeña.
Que pujes por todos mis yo
defectuosos
que se pregunten qué coño estás haciendo.

Que no se acabe la risa, por favor.
Que nunca la entiendan ellos.

No voy a dejar que me folles
si no me haces el amor primero
y me convences de que existe.
Quiéreme sin pedigrí,
en los huesos, cabezona.
Y en ocasiones vestida.

Sácame de quicio,
juega a no quererme.
Haz que me enamore.

Ódiame mucho más
de lo que has amado a nadie.

Que nada de esto tenga sentido
pero que no puedas vivir solo

con todo lo demás.

miércoles, 8 de enero de 2014

Pataletas y mordedores

No puedo distinguirte de los efectos secundarios
que han hecho que sea mejor
la enfermedad
que el remedio.
Y aunque no sé mucho de medicamentos
puedo enumerarte todos y cada uno
de los venenos
que me mantienen con vida.
El invierno sigue atropellándome cada vez que salgo a buscarte
sé que no es la mejor excusa
pero me persigue como si quisiera
protegerme del frío
por eso nunca llego donde tu
o llego siempre tarde
y despeinada
y prefiero bailar sola
a hacerte bailar conmigo.
La mejor manera de envejecer
es quedarse para siempre en uno de tus hoyuelos
y seguir cavando hondo ahí dentro
con tu risa como único taladro
para que nadie pueda decir
que no te hice cicatrices.
Ahora mismo sólo puedo contarte el final
para que tu me digas
como acaba el principio.

Hace frío y estoy sudando
no tengo fiebre ni excusa.

Así con todo.