Te escribo con la prisa de quien sabe
que jamás llegará a tiempo
a ninguna de tus partes
y pone la duda en un altar
porque no quiere acertarte
nunca.
Te escribo sin saber muy bien
con que parte de mi cuerpo,
porque he salido corriendo
con todas ellas
y parece que no me lo van
a perdonar
nunca.
Para contra mi
todos los recuerdos
que no quisiste llevarte,
los sabores que dejaste
olvidados en mi lengua
-por la que ya
te he perdido-
que ella nunca olvidará.
Hablamos de las drogas
como si no quisiéramos
verte pasar sonriendo por nada.
Y así nos va.