miércoles, 30 de octubre de 2013

Que me perdonen las letras por no entenderme.

Salgo a la calle con los bolsillos vacíos
y aun así tengo miedo
de que no sepan
robarme nada.
Es como nadar a contracorriente
y negarte a que te salven
sólo porque esperas
que lleguen
y te empapen aun más
o que se queden detrás de ti
mirando como no avanzas
pero consigues
que todo el mundo te mire
y se pregunte
qué coño estás haciendo
y por qué hay idiotas
secundándote la locura.
Hacer las cosas bien
siempre se me ha dado mal,
acabarlas
aun peor
pero me he dejado hacer
hasta en los malos momentos
caricias que sabía que cortarían
cuando llegara el frío,
que no el invierno.
He intentado,
hasta el final,
que el final nos encogiera el pecho
todos los días
un poquito
y que así entiendas
que no sólo fuimos llanto
si no puedes evitar odiarme
cuando humedezces otros cuerpos
con tu saliva
y compruebas que todos
te saben igual.
Yo, por mi parte
estoy contenta con los resultados
y aunque suene frío
hablar de lo nuestro
como de un experimento fallido,
-una probeta que explota en el último momento
y nos lleva por delante-,
sé que te he besado tan mal,
a veces,
que no vas a poder olvidarme
tan fácilmente.

Ya sabes que esa es mi manera de retar al tiempo.
A ver quién gana.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Hasta la risa del más idiota puede enamorar a una idiota.

Hace mucho tiempo, un amigo que ya no me conoce me dijo que no podía ir enamorándome por ahí de todo aquel que me hiciera reírme mucho, porque, según él, era imposible que me desenamorara al día siguiente para volver a enamorarme al otro.
El amor no es así, Vic, me aseguraba. Como si él supiera la formula exacta de memoria y yo, que siempre he sido muy de letras, me estuviera equivocando en la ecuación.
Yo lo creí, pero nunca pude dejar de amar la risa.

Siempre he confundido el amor con la risa
y ahora no puedo distinguir tampoco
entre hacer el muerto
y volver a nacer flotando.
Es como estar siempre equivocada,
haciendo equilibrismos
en la curvatura de algunos labios
que no saben ni tu nombre
pero te quieren bien
porque no te encierran dentro
cuando se hace de noche.

Me he enamorado a ratos
tan intensamente
que me han dolido
todos los sitios
donde no voy a poder
hacerte reír.
He llorado con amor
todos los frentes
que la risa me había abierto
en la boca de todo aquel
que no intentara entenderme.

Si estar equivocada significa perder
yo no quiero ganar nunca
porque no quiero acertar
a nadie a la primera
ni que me acierten el amor.
que es mi risa

de cualquiera.

jueves, 17 de octubre de 2013

Treguas inestables.

Soy lo que soy
cuando no soy nada
y cuando menos callada estoy.
Soy viento cuando me miras
por eso desaparezco
y te da frío.
Soy las manos callosas
de una madre
que sienten todas las mariposas
de las que nadie habla
cuando acarician la mejilla de su hijo.
Soy los ojos desde los que no te ves,
porque te miran a traición
desde distintos cuerpos.
Soy todos los espejos que querrías destrozar
los domingos con resaca
y sin ella.
Soy los abrazos que nunca diste
porque tenías las manos
llenas de orgullo
y ahora no puedes
olvidarte de mi.
Soy tus ganas de volar
por debajo de su falda,
los relojes que te han jodido
las madrugadas,
las palabras que no han salido de tu boca
cuando estabas a punto
de morder la suya.
Soy todos tus miedos
con miedo.

Soy tú
y por eso
nunca me perdonarás
que trate de enamorarte
con las mismas ganas
con las que intentas escaparte
de mi
o que me quieres
cuando lo hemos perdido
todo.

Somos la nostalgia cuando se enamora.
Sólo eso.
Y nos encanta.