viernes, 22 de febrero de 2013

Desnudándome.


Revoloteaban mariposas a la orilla de una playa sin mar, entonces no nos dábamos cuenta, porque seguía siendo la playa más hermosa que habíamos tenido el privilegio de sentir.
Al vernos desprovistos de temores quemamos nuestra ropa y los viejos recuerdos. Los consejos de la gente y algunas lagrimillas inocentes que aun no contenían pena ni dolor
los enterramos en una cajita a la orilla de ningún río y se los llevo la corriente.
Entonces yo sólo me bañaba en tus ojos y tu en mi saliva y en algún otro líquido más espeso.
Jugamos a construir puentes de emociones, a derrumbar a palazos los miedos. Reíamos con el sonido del árbol que cae porque teníamos la capacidad de hacer crecer un bosque entero. El tiempo se nos consumía en las manos con menos de dos caladas y siempre era demasiado tarde para sentar la cabeza, ya mañana.
Ya desnuda, te rogué que no me quitaras el disfraz de mí. Tú, con una sonrisa, seguiste bajando cremalleras invisibles pero no menos reales. Te pedí que no siguieras pero, afanado en tu tarea, seguiste desabrochando los botones de mi alma. Tan kamicace como siempre, quisiste cargar con mis miedos a medias y mis medias acababan siempre en algún rincón de la habitación. Recogiste cada sonrisa como si de diamantes se tratarán y construimos sobre ellas un oasis a base de semen y sudor del que nunca, pensábamos, tendríamos que beber. Decidiste, con cierta ignorancia, que mis temores serían tu lucha y los demonios que me atemorizaban los mismos que los de tus pesadillas. Entonces, inconscientemente, sentí miedo.
Recuerdo que preguntabas, por qué llevaba disfraz con una cara tan bonita y había olvidado por completo la respuesta. Ahora, nada orgullosa, por fin me acuerdo.

domingo, 17 de febrero de 2013

Tu me enseñaste a correr.


Puedes mirarme las manos y sentir toda una vida subiendo a contracorriente por lianas con espigas que llegaban hasta mi. O eso decían. Puedes verme en cualquier bar tan perdida como siempre, como quien cree que la vida se esconde tras los cristales empañados de algún coche e intenta romper los suyos por miedo a que se le mojen.
Puedes leerme gritar absurdos mientras bailo como loca por calles más oscuras y mojadas que mi almohada a la mañana siguiente. No puedes bailarme el agua si lo que quieres es mojarme, pero puedes ahogarte conmigo el corazón si vienes con un litro y una sonrisa. Puedes achucharme en días de bajón pero nunca conseguirás que te lo pida, que este rol de chica dura no se consigue en un día.
Puedes hacer que me desnude, jugar conmigo y con el mundo a buenos y malos, salir a la calle armados con una sonrisa y una pizca de desilusión en la mirada y matar de la envidia a todos aquellos que no se atrevieron a luchar por mi. Puedes usar todas las partes de mi cuerpo como refugio y utilizar mi pelo como bandera de quien no quiere ser ni estar en otra parte distinta de mis ojos.
 Puedes hacer que me corra hasta enamorarte, puedes cogerme la mano y que salga corriendo.

viernes, 15 de febrero de 2013

Declaración de intenciones


Porque sólo busco un rinconcito en medio de tanto caos,
Me vale entre tu pecho o dentro de tus ojos.
Una vez allí destruiré las armas, o sea, las palabras
Y  silencio y gemidos hablarán por nosotros
Como lo hacen nuestras manos que ya han empezado.

No sé como explicártelo y aunque parezca mentira, es esta la única lucha que quiero lidiar contigo, una lucha de por vida que acabe cuando te corras y empiece cuando me miras.