Que no te vean con los ojos ardiendo
mirar constantemente por ventanas
que has acabado abriendo a base de tropezones.
No les cuentes nunca lo de escapar
ni que en el futuro que te tienen planeado
o te consumes como una cerilla
o acabas prendiéndole fuego
a todo.
Jamás les digas que no necesitas sus trofeos
para sentirte un ganador
ni que la única bandera por la que matarías
son mis braguitas colgando del pomo de tu puerta.
Nunca levantes el tono
que uno de tus rugidos
puede ensordecer al mundo
y sentirse incomprendido
sólo es el principio de una deuda
que la soledad se encargaría de saldar.
Que no se enteren de que dejaste
de temer a las alturas
cuando por fin conseguiste romper
el techo de espigas
que ellos se habían encargado de construir
bajo tu cielo.
Te dirán que los soñadores
despiertan antes del primer asalto
y tendrás miedo
de volver a dormir.
Que no te vean llorar como un niño cuando me pierdas.
Que no te vean ser
mejor.
Que no te vean.